Salimos el viernes por la noche lo justito para dejar las maletas y darnos a la bebida en el Temple Bar. Obviamente una pinta de Guinness. ¿Qué si no? Mientras nos alcoholizabamos hicimos la media sobre el peso de las irlandesas y el tamaño de sus escotes (creemos que existe una proporción entre el número de toneladas y la carne que enseñan). Un rato después estabamos en el albergue intentando medir la magnitud de los ronquidos de Juanjo y su rapidez para dejar de emitir gruñidos cuando escucha : “Juanjo date la vuelta”. Escasas cinco horas más tarde estabamos listos para partir en busca de las maravillas de Irlanda.
Empezamos por el parque de Stephens Green que era la mar de mono y estaba a un tiro de piedra del albergue y cerquita de la calle comercial que nunca vimos abierta. Acto segudi nos metimos en todos los santos museos de la ciudad: La National Gallery que fue una grata sorpresa por la colección de pintura española que poseía y por tener UN sólo cuadro de cada autor: UN caravaggio, UN Vermeer, UN Picasso, UN Juan Gris,... El Museo Natural (sólo cosas disecadas) y el Museo Arqueológico, un precioso edificio que me recordó al Museo Nacional de Escocia. Foto con Oscar Wilde (mito estilistico absoluto)
Puesimos rumbo a la Universidad. Dentro del Trinity College se guarda un libro que causaba fascinación en mi primo Raul, el libro de Kells. Se trata de uno de los más finos trabajos de iluminación (es decir dibujo y decoración a mano) que existen pero que obviamente no es tan impresionante como la gran biblioteca que es un mamotreco enorme donde guardan el arpa más antigua de irlanda (la que sale en las moneditas de euro). Recorrimos Temple Bar para encontrar el Castillo que me había empeñado en colocar fuera del mapa. El castillo de Dublin no es un castillo como todos los castillos que nos hemos empeñado en visitar, se trata de
l organo de gobierno de Irlanda y se levanta sobre el antiguo castillo medieval del que te enseñan los restos. En la visita te muestran las principales salas tirando puyitas a los ingleses.
Como el tiempo se nos había echado encima decidimos que la mejor idea era ver las dos catedrales y dejar la visita de la Guiness hasta el día siguiente lo cual fue inteligente por el tiempo requerido y la experiencia del do
mingo con los alcoholes de alta graducación. Christ Chuch me pareció más bonita aunque influye el hehco de que en la cripta encontrase un rinconcito que me encantó (no tiene nada de especial pero me gustó) y su puente de los suspiros que no falte. San Patrick era quizá más espectacular pero menos llamativa.
De vuelta a la civilización compramos. ¿No os lo esperabais? Y luego vimos a Molly Malone (no la conoceis porque es una canción típica irlandesa, no os sintais mal) que estaba anecdóticamente cerca de un Subway (¿verdad Rocio?) finalemtne cenamos en un italiano donde conseguimos que nos atendiera la única camarera que no hablaba italiano y nos cobrara el napolitano con peor vocabulario y más violento de la historia lo que nos obligó a dejarle propina por el miedo.
Mientras yo mandaba mail jocosos Juanjo entraba en trance y Rocio le seguía haciendo ronroneos y ruiditos muy graciosos.
ANA
No hay comentarios:
Publicar un comentario