La excursión empezó de una forma prometedora. Nuestras dudas sobre el bus que debíamos coger se disiparon cuando un autobusero boceó: “Pazengez to Bristol Pliz, follome”. Como no íbamos a “Briztol”, cosa que no le hizo gracia, el otro autobús era el nuestro. Salida de Londres Victoria a las 8.30 y llegada a las 11.15. Parada en un centro comercial muy majo en medio de ningún sitio para comprar bebida (calor, mucho calor) llegamos a Cardiff (para los desconocedores capital de Gales o Wales).
Contra todo pronostico a pesar de que íbamos mentalizadas a que no había nada que ver el pueblo (algunos lo llaman ciudad) resulta que para nuestra sorpresa el castillo nos llevó prácticamente 3 horas (media hora para que Sonia subiera y bajara las escaleras). Dado que el Hostel estaba bastante bien, y después del susto que nos llevamos al no encontrarlo a la primera decidimos hacer uso de sus instalaciones con una semiducha tras reconocer los alrededores del castillo donde ingerimos bocatas a la sombra de las piedras dolménicas de MiniStonhedge.
Ana se dio una carrera para intentar llegar a ver las pruebas de sonido y llegó a ver cuatro puntos en la lejanía. Nuestra sorpresa fue mayúscula al ver que nuestras entradas eran las peores de la historia (never ever) así que iniciamos una lucha interna para decidir si usábamos el asiento o lo veíamos de pie pero al menos centrado.
Después de que la tía de Nueva Zelanda volviera a darnos el coñazo con un nuevo repertorio ampliado y un traje que brillaba empezó el concierto-picnic. Dado que algunas le echaban mucho morro Ana optó por sacar fotos desde la primera valla. Así que tras obtener la aprobación del de seguridad se fue adelante para quedarse para siempre porque nadie la echó de allí.
Como es el mismo concierto repetido tres veces nos abstenemos de comentar nada, incluso vamos a olvidar el traje de Urs por la salud mental de las que escriben este documento histórico. Una vez finalizado el evento tras una pequeña crisis existencial recibimos una llamada de nuestra salvadora inglesa: Vicky, que si íbamos a tomar algo al RAZZI(bar del Hilton, donde casualmente se hospedaba Urs). Nos unimos a ellas. Nos llevaban varias copas de ventaja así que gracias a la acción combinada de los antihistamínicos y al vino caro a los diez minutos Ana las había alcanzado mientras comentábamos alegremente el Hello! de esta semana y nos repartíamos la rosa de Seb que fue a parar a la afortunada Vicky. El gran descubri- miento de la noche fue nuestra reportera de la BBC, un encanto que pagó las copas que salieron por un ojo de la cara y que era la mar de graciosa. Nuestro inglés no mejoró mucho pero nos reímos bastante.
Al día siguiente a las 8 de la mañana y acompañadas de la resaca y el dolor físico de estar un concierto en cunclillas escondida Sonia llevó a Ana como alma en pena al museo (que tenía Renoirs muy majos para nuestra sorpresa y guardias de seguridad que te obligaban a verlo todo). Las universidades por fuera y el City Hall y posteriormente nos dimos a las compras (sin comprar nada claro).Ya saturadas y doloridas dormitamos en el parque huyendo de la sombra que nos perseguía hasta que nos metimos en el autobús de vuelta donde la frase que más se oyó fue: “Me aburro”.
Fantástico fin de semana fuera del mundanal ruido londinense del que volvemos con más amigas inglesas, y lo que es más importante, más morenas.
ANA
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